Hoy Galicia llora el trágico accidente de tren que tuvo lugar ayer, cerca de Santiago, a las 20:45 horas, en la víspera de un día tan importante para el pueblo gallego.
Durante la última noche y madrugada, se han conocido muchos gestos anónimos y totalmente desinteresados antes esta fatalidad: cientas, miles de personas a altas horas de la madrugada acudieron a diversos centros a donar sangre, bomberos que estaban en huelga desconvocaron la susodicha para echar una mano, enfermeras en paro acudieron a centros hospitalarios para acelerar la ayuda médica, psicólogos de toda Galicia están acudiendo a Santiago para apoyar a los familiares...
Todas estas cosas me hacen sentir orgulloso de los gallegos. Sí, los que tienen un acento raro, son tontos y viven entre vacas. Pues estos han demostrado una solidaridad al alcance de muy pocos y que, digan lo que digan, son unas grandísimas personas.
Y es que esto le puede pasar a cualquiera. No es hipocresía, es ponerse en el lugar del otro. Nunca sabes lo que te puede deparar la vida, y de verdad, pensar que algún familiar estuviese en ese maldito tren, me pone los pelos de punta. Por eso quiero trasmitir desde aquí mi fuerza y apoyo a todos los familiares y conocidos de los viajantes de susodicho tren.
El 24 de Julio quedará manchado hasta siempre por esta tragedia. Pero también será una muestra de cómo el pueblo gallego, después del Prestige, volvió a caer. Sin embargo, podremos contarles a nuestros hijos cómo este noble pueblo llamado GALICIA volvió a levantarse y dio un ejemplo al mundo de solidaridad, voluntad, sacrificio, y sobre todo, UNIDAD.
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